UN AMIGO...
de "Realidad" (1983)
-Dime, madre,
¿son las rosas de seda
como tu cara?
-Deliras, hijo,
en un tiempo fue quizás
rosa mi cara,
pero es el llanto rocío
que quema como la helada.
-¿Y por qué lloras, madruca?
Soy tan feliz cuando cantas...
-Lloro porque tus pupilas
son estrellas apagadas,
y yo quisiera mi niño
que tus ojos me miraran.
Dicen que Santa Lucía
es de ciegos abogada.
Si ella te diera la vista
yo mis ojos le ofrendara.
-Pero si yo veo, madre,
con las pupilas del alma.
Todo lo que tú me cuentas
es como si lo mirara.
Luego en mis noches
yo sueño cosas bellas y fantásticas:
que mi casa es un castillo
lleno de gentes de armas,
que soy el hijo de un rey
y tú la reina, Doña Blanca,
y una gentil princesita
viene a ser mi desposada.
Imagina si de pronto
yo la vista recobrara
y viera que es una choza
y no un castillo mi casa,
que son pobres mis vestidos
y no es hermosa tu cara.
No ofrezcas, madre, tus ojos
por los míos a la santa.
Ciego siempre seré un niño
arrimadito a tus faldas
y no iré por esas sendas
tan oscuras y tan malas,
donde dicen que los hombres
cuando caen no se levantan.
No ofrezcas, madre, tus ojos
por los míos a la santa...
Si los que miran son ciegos
y no ven por dónde andan,
si no pueden tejer sueños
con realidades amargas.
Déjame con las pupilas
que Dios me puso en el alma,
que para ir por esta vida
con que tú me lleves basta.
Letra de María Morrison de Parker
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