de "Baglietto" (1982)
Un romance de estación
le hizo perder la cabeza,
se fue al baño y se fumó
y empezó a sonar la orquesta.
Un, dos, tres, va y bien,
tocaba y se olvidaba de todo.
Un, dos, tres, va y bien,
la Fender le chorreaba de odio.
Él quería conocer
eso de irse a California,
trabajaba en un taller
de mecánica en La Boca.
Él se apresuró
y se arrancó de a uno los dientes,
y se salvó
por ser de clase cincuenta y siete.
Nunca tuvo un buen hogar,
no fue padre ni fue hijo,
nunca conoció a Gardel,
sólo a Hendrix y a Tanguito.
Se empezó a cansar
y así probó algunas pastillas.
Se volvió a cansar
y no paró hasta ver la heroína.
Han visto un loco en una calesita,
casi desnudo y con la vista enferma,
y daba vueltas y se sonreía
y silbaba bajo por no molestar,
y, Dios, es una máquina de humo.
Cambió la Fender por una Suzuki,
se fue a Brasil con plata de su abuela,
y estuvo preso por robar un auto,
y llegó a Gerais
y se pegó el tren.
Y, Dios, es una máquina de humo.
Y, Dios, es una máquina de humo.
Nadie más lo volvió a ver,
se sospecha que anda suelto
disfrazado de faisán
o gendarme en algún puerto.
Un, dos, tres, va y bien...
Han visto un loco en una calesita...
Dicen que un ángel lo atrapó en el baño,
lo crucificó y le sacó los ojos,
y con su sangre se pintó los labios,
y cortó sus piernas y se las comió...
Y, Dios, es una máquina de humo...
Y, Dios, es una máquina...
(Rosario, 1956)
Letra de Fito Páez
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