lunes, 28 de septiembre de 2015

JORGE PISTOCCHI


"El rock se nutrió de la poesía, intercambió distintas experiencias y recuperó la cultura oral y los intercambios personales. En ese sentido el rock permitió un encuentro, sobre todo porque tenía componentes profundamente humanos e instintivos..."

(Jorge Pistocchi, Bs. As., 1940/2015)



viernes, 11 de septiembre de 2015

MORIS: De nada sirve


De "30 minutos de vida" (1970)


De nada sirve escaparse de uno mismo...
Veinte horas al cine pueden ir y fumar hasta morir, con mil mujeres pueden salir, a los amigos los pueden llamar.
De nada sirve escaparse de uno mismo...
No se dan cuenta que de nada sirve tocar la batería, seguir la acería, no, de nada sirve...
Y veinte horas al cine puedes venir y fumar hasta morir, con mil mujeres pueden salir...
De nada sirve escaparse de uno mismo...
¿De qué les sirven las heladeras y lavarropas, televisores y coches nuevos y relaciones y amistades y posiciones, si están podridos y aburridos de este mundo que está podrido?
No, de nada sirve...
Los que van a la oficina dicen que todo sirve; los que van al puerto les duele las espaldas; los que hacen música creen que es lo más importante... Nada sirve si uno lo usa para la soledad interna que siempre los corre... 
Cuando están solos, están bien solitos, ya no hay guitarritas ni amplificadores, están solos en la cama y empiezan a mirar el techo y en el techo no hay nada, hay solamente un techo.
¿Qué pueden hacer? Es muy tarde, son las tres de la mañana. Los bares están cerrados, las mujeres duermen, los cines también están cerrados, la guitarra no se puede tocar sino el vecino se va a despertar. ¿Qué puedo hacer? Estoy solo, qué aburrido, no sé qué hacer, qué es mi vida, qué es este mundo, qué soy yo, ¡me voy a volver loco! No sé qué hacer...
En ese momentito se dan cuenta que todo es una estupidez, cuando van de veraneo y bailan yeah, con sus movimientos centroamericanos, sensualidad fabricada, tratan de levantar mujeres... Pero están vacíos y están muy podridos.
Volvemos a la cama, que es un gran lugar para dormir o también para fifar. Y cuando lo consiguen -en este mundo es difícil- está reglamentado. Muerdan la almohada de desesperación, no saben qué hacer con sus vidas, ya todo fracasó: han masticado chicles, han comido chocolates, han leído Radiolandia, han llamado a sus amigos, han salido con mil mujeres, han grabado treinta mil discos, han sido famosos, han firmado autógrafos, han comido hasta reventar, han fumado hasta acabar y ¿qué queda? No queda, no queda, nada queda...
Hay una cosa que sirve a esta humanidad y es darse cuenta que nada sirve si uno lo usa para escaparse de uno mismo.
Amigo, te doy un consejo, aunque yo consejos no doy: trata de hacer la prueba de parar las maquinitas que llevas dentro de ti y fijarte qué es lo que pasa cuando te agarra la soledad y te agarra el hastío.
No escuches discos de Bob Dylan o de Los Beatles, de Los Rolling Stone o de Mick Jaegger. Mucho silencio, mucho pensar, mucho meditar, nada de evasión y pensar qué es lo que pasa conmigo.
Yo soy inteligente, también soy intelectual, soy bastante inteligente pero estoy muy aburrido y estoy solo, muy aburrido. ¿Qué es lo que pasa conmigo? Yo no me lo puedo explicar. Por favor que alguien me lo diga. No puedo salir de mí, estoy muy encerrado en mi prisión de carne y hueso. No puedo salir, me voy a morir dentro de mí. Antes de morir yo quiero salir, ver las estrellas, el mar, me quiero ahogar y quiero salir de mí, por favor. Me quiero ir y quiero vivir por favor de mí, no quiero evasión y quiero vivir.
¿Qué puedo hacer?
No hay nada que hacer. Tenés que vivir, tenés que sufrir, tenés que sentir, tenés que amar, te tenés que arriesgar, te tenés que jugar, no podés tener seguridad, no podés tener ninguna propiedad. Tenés que jugarte, tenés que salir a que te rompan la cara, que te maten que te pisen. Tenés que querer a cualquiera, tenés que odiar a cualquiera.
¿Qué puedo hacer? Estoy solo y todos pasan a mi lado. Nadie me mira o si me miran es para encerrarme, y estoy muy encerrado.
De nada sirve escaparse de uno mismo...

(Mauricio Biravent, 1942)