de "Chimango" (1974)
Soñé que desenterrábamos la piel del tiempo
oculta como una tela tapada por tapiceros.
¡Qué tiempo más justiciero para restaurar asientos
sabiendo que fue su dueño quien lo tapizó primero!
Las fotos de lo pasado como recuerdos,
volvieron a mi memoria sabores de tiempos viejos,
y un trueno ronco y supremo desenmascaró el silencio,
ocultos tras la mentira dieciocho años piden ver cielo.
No hay mal que por bien no venga, dice mi abuelo,
al tiempo que tras su espalda desfilan los granaderos.
Edades dobles del miedo nuestros días pasajeros,
prohibidos y clandestinos son puñales orilleros.
Los día del Juan Cualquiera llegan al cielo
los dioses que lo protegen lo guían en su sendero,
y se destruyen los templos donde moran los enfermos,
altivos y autoritarios se creen dueños del Supremo.
Consagro y consagro sueños aquí en el suelo,
pretendo tomar altura subido a mis pensamientos,
llegar arriba hecho verso a besar el firmamento.
cumpliendo con mi misión ya podré vaciar mi pecho.
(Córdoba, 1951)
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