Apretando bien el paquete apuraste ese vaso.
Saliste corriendo a la calle que te estaba llamando.
"La puta, qué feo que fuese sin la margarita,
las sirenas están sonando y yo sin agua bendita".
La noche, que rompe la copa, vendiendo ilusiones,
dejándote retazos de sueños por los rincones.
"Pero, nena, tu risa es la magia de los rocanrroles,
tatuada llevo la marca de tus aguijones".
Curaste todas sus heridas con agua podrida.
Le mentiste al diablo tres veces vendiéndole flores.
Y te llevaste en andas al ángel de los perdedores.
Escondiste todos tus recuerdos en una guarida
jurando que nunca dirías alguna mentira,
pero vienes de esos callejones que funden alcoholes,
donde solo campeonan los peores.
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