martes, 8 de enero de 2013

CONDE, PEDRO: Romance del niño ciego

UN AMIGO...


de "Realidad" (1983)

-Dime, madre,
¿son las rosas de seda 
como tu cara?

-Deliras, hijo, 
en un tiempo fue quizás 
rosa mi cara, 
pero es el llanto rocío 
que quema como la helada. 

-¿Y por qué lloras, madruca? 
Soy tan feliz cuando cantas... 

-Lloro porque tus pupilas 
son estrellas apagadas, 
y yo quisiera mi niño 
que tus ojos me miraran. 

Dicen que Santa Lucía 
es de ciegos abogada. 
Si ella te diera la vista 
yo mis ojos le ofrendara. 

-Pero si yo veo, madre, 
con las pupilas del alma. 
Todo lo que tú me cuentas 
es como si lo mirara. 

Luego en mis noches 
yo sueño cosas bellas y fantásticas: 
que mi casa es un castillo 
lleno de gentes de armas, 
que soy el hijo de un rey 
y tú la reina, Doña Blanca, 
y una gentil princesita 
viene a ser mi desposada. 

Imagina si de pronto 
yo la vista recobrara 
y viera que es una choza 
y no un castillo mi casa, 
que son pobres mis vestidos 
y no es hermosa tu cara. 

No ofrezcas, madre, tus ojos 
por los míos a la santa. 
Ciego siempre seré un niño 
arrimadito a tus faldas 
y no iré por esas sendas 
tan oscuras y tan malas, 
donde dicen que los hombres 
cuando caen no se levantan. 

No ofrezcas, madre, tus ojos 
por los míos a la santa... 
Si los que miran son ciegos 
y no ven por dónde andan, 
si no pueden tejer sueños 
con realidades amargas. 

Déjame con las pupilas 
que Dios me puso en el alma, 
que para ir por esta vida 
con que tú me lleves basta.




Letra de María Morrison de Parker

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