de "Rosarinos" (1997)
De regreso, Mirta, ya sabes: tres años a la sombra.
No quiero saber si me fuiste fiel,
yo sé que una mujer valiente se inclina igual
para el lado de la sed.
Servime algo, Mirta, parece mentira el verte como antes,
pero para el que vuelve del infierno
ya no hay más fantasías, solo existe un tiempo blando.
Pero esto, Mirta, nunca lo sabrás.
No es necesario que estés alegre ni que prendas la luz.
Entré despacio sin que me viera nadie.
La noche se abre como un abrigo, Mirta,
y es un sábado más, como dice el tango.
Mirta, contame cómo andás.
Hacé de cuenta que estuve navegando,
es casi lo mismo, solo cambia el paisaje:
abajo el mar que nunca se ve, arriba el cielo -el cielorraso-
y tu foto en la pared.
La moda ha cambiado un poco, Mirta,
ya no hay ni un pelo largo, todos parecen soldados.
Me siento parado en un cementerio,
me recibió el frío y un nuevo gobierno.
Mirta, no recuerdo ni tu cuerpo.
Y ahora me voy, Mirta, para vos yo soy un extraño conocido,
si no estoy llorando, ¿no ves cómo me la aguanto?
Debajo de la cama, asoman sus zapatos.
Mirta, gracias por todo.
Salgo a la verja, parece que ha llovido,
en la estación retumba el Estrella del Norte.
"Vení a verme cuando salgas", me dijo el Turco,
comés todos los días y no hay problemas de laburo.
Solo algunas noches, solo algunas noches, salís a trabajar...
(Rosario, 1956)
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